Así inicia una canción mítica, legendaria, antiquísima porque pareciera que fué escrita hace miles de años y a la vez pareciera que la escribieron hoy mismo. Es de esas canciones que el tiempo no las enmohece, no las daña, al contrario, las añeja, las hace más visibles, más vigentes, más lúcidas. Un encuentro casual entre un bohemio y una chica común y corriente en un pueblo a la orilla de cualquier pueblo costero del mundo, puede que sea en un Meditarráneo o en un Pacífico cualquiera. La historia de esa aventura tan sencilla, tan casual que lleva a un par de desconocidos a una noche romántica en algún lugar dónde los relojes no son más que adornos y el tiempo no es tan asesino como en las urbes. El tipo de la historia: un cantante de esos bohemios sin nombre, quizá con algunas canciones de su autoría en el bolsillo y la esperanza de pasar una noche plácida después de un concierto que luego del mismo conoce a una chica en un barcito cualquiera y ahi se inicia el romance luego que el bohemio le canta sus canciones en concierto privado a la chica, la cual se enamora del cuate y luego se largan del lugar a tener una noche sólo para los dos. Aunque al final la historia tiene un final un tanto melancólico, es vivir la experiencia y haber podido abrazar el amor aunque sea efímero y en una situación tan inusual (o quizá demasiado común) entre un par de almas que andan como ciegas por este mundo buscando ese elixir embriagante que llamamos amor.
Una historia contada con el magistral estilo de Joaquín Sabina, con su toque de rimas suaves y duras, algunas con picardía otras con romanticismo sin caer en cursilerías vanas. Es a mi gusto un tema fácil de escuchar, fácil recordar, difícil de olvidar.
La canción se llama "Y nos dieron las Diez".
La letra se las dejaré a continuación y como siempre un videito para que el disfrute sea audiovisual.
Y NOS DIERON LAS DIEZ (JOAQUÍN SABINA)
Fue en un pueblo con mar
una noche despues de un concierto;
tú reinabas detrás
de la barra del único bar que vimos abierto
-"Cántame una canción
al oido y te pongo un cubata"-
-"Con una condición:
que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata"-
loco por conocer
los secretos de su dormitorio,
esa noche canté
al piano del amanecer todo mi repertorio.
Los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando,
tú saliste a cerrar,
yo me dije:
"Cuidado, chaval, te estas enamorando",
luego todo pasó
de repente, su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió debajo de su falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola...
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó
el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar
otra vez el verano siguiente
me llevó, y al final
del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente,
y no halle quien de ti
me dijera ni media palabra,
parecia como si
me quisiera gastar el destino una broma macabra.
No había nadie detrás
de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar,
me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano,
tu memoria vengué
a pedradas contra los cristales,
-"Se que no lo soñé"-
protestaba mientras me esposaban los municipales,
en mi declaración
alegué que llevaba tres copas
y empecé esta canción,
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa.
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
una noche despues de un concierto;
tú reinabas detrás
de la barra del único bar que vimos abierto
-"Cántame una canción
al oido y te pongo un cubata"-
-"Con una condición:
que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata"-
loco por conocer
los secretos de su dormitorio,
esa noche canté
al piano del amanecer todo mi repertorio.
Los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando,
tú saliste a cerrar,
yo me dije:
"Cuidado, chaval, te estas enamorando",
luego todo pasó
de repente, su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió debajo de su falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola...
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó
el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar
otra vez el verano siguiente
me llevó, y al final
del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente,
y no halle quien de ti
me dijera ni media palabra,
parecia como si
me quisiera gastar el destino una broma macabra.
No había nadie detrás
de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar,
me encontré una sucursal del Banco Hispano Americano,
tu memoria vengué
a pedradas contra los cristales,
-"Se que no lo soñé"-
protestaba mientras me esposaban los municipales,
en mi declaración
alegué que llevaba tres copas
y empecé esta canción,
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa.
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.
Espero que la canción le guste a los que no la conozcan y a los que ya la conocían pues, recordar algún romance por ahí de esos fugaces que solamente se quedan en la memoria.
Saludos y que estén muy bien.
